Vistas de página en total

viernes, 4 de noviembre de 2011

LA CAJA DORADA

Cuento anónimo. Adaptación y texto: Lic. Graciela B. Ferreira


Un hombre castigó a su pequeña niña de tres años por desperdiciar un rollo de papel de envolver dorado. Se acercaba la Navidad. El dinero era escaso en esos días. Cuando vio a la niña tratando de forrar una caja, explotó una furia acusándola de derrochona.
Sin embargo, a la mañana siguiente la niña llevó el paquete a su padre y le dijo: “Esto es un regalo para vos, papito”.
Él se sintió avergonzado de la reacción del día anterior.
Pero volvió a enfurecerse cuando vio que la caja estaba vacía.
De nuevo comenzó a gritar diciéndole a la hijita: “¿No sabés que cuando le das un regalo a alguien se supone que debe haber algo adentro?”.
La chiquitita miró hacia arriba con lágrimas en los ojos y dijo: “Papito, no está vacía. Yo soplé besos adentro de la caja. Todo para vos, Papi.”
El padre se sintió morir. Puso sus brazos alrededor de su niña y le suplicó que lo perdonara.
Se cuenta que el hombre guardó esa caja dorada cerca de su cama por años y, siempre que se sentía derrumbado y triste, tomaba de la caja un beso imaginario. Recordaba el amor que su niña había puesto ahí para él a pesar de que muchas veces la había maltratado.


Para reflexionar:

Es una forma muy sensible, cada uno de nosotros hemos recibido un recipiente dorado, lleno de amor incondicional y besos de nuestros hijos e hijas, de los amigos, de la familia o de Dios.
Nadie podría tener una propiedad o posesión más linda y valiosa como ésta.
Las personas adultas nos hemos olvidado del mundo infantil, de sus particularidades, de nuestros propios sentimientos de la infancia.
No reparamos que dada ser humano tiene formas creativas de actuar que muchas veces no comprendemos. Y cuando algo nos molesta lo castigamos sin intentar entender ni reflexionar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario